La infancia recuperada
Se diría que existe un complot para robarle la infancia a los pequeños. Parece que los mayores nos hemos puesto de acuerdo para arrebatarles sus tesoros más preciados –el juego, la imaginación, la fantasía– y arrojarlos sin contemplaciones por la ventana del progreso, maldito progreso. Desde que entran en la guardería, nuestros hijos empiezan a sentir prematuramente las espuelas del tiempo. Les alejamos de nosotros, estiramos increíblemente sus jornadas, delegamos su educación en otros. Nos consolamos pensando que es ley de vida, pero una voz amarga nos dice que estamos siendo injustos con ellos.
Revista Integral
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